martes, 22 de julio de 2008

Alineación energética.

Cuando hablamos de energía estamos trascendiendo el plano de lo terrenal, estamos hablando del cosmos (orden) universal, del universo cósmico. De nosotros como cuerpos en el universo. Cuerpos celestes siguiendo un orden universal en un espacio universal donde no existen los valores relativos. No hay arriba ni abajo, ni izquierda o derecha, o delante o detrás.
Sólo dentro y fuera, interior y exterior.
Por lo tanto, no tiene sentido alguno hablar de mandar la energía arriba o abajo. La dirección de la energía va de adentro hacia afuera. Enviando toda nuestra energía como rayos, brillamos, iluminamos y tomamos la nueva energía que va a fluir por todo nuestro cuerpo renovándolo para volver a proyectarse al exterior en un círculo infinito.
Esto no ocurre cuando pensamos en tomar energía sin vaciarnos primero.
Así la energía queda atrapada, bloqueada en algunos puntos y, al no poder fluir, se estanca transformándose en mala (como el agua estancada se pudre, todo lo que no fluye, también) y enferma nuestro organismo.
Lo mismo ocurre con la respiración y con la dirección de la fuerza.
Cuando nos ahogamos o sentimos que nos falta el aire no es porque no inspiramos (esto es involuntario en una persona sana), es porque no expiramos. Nos llenamos de aire y continuamos inspirando sin soltarlo hasta que nos asfixiamos (hiperventilación).
También el trabajar la fuerza hacia afuera hace que las fibras musculares se alarguen desintoxicando el músculo y consiguiendo mayor potencia con menos esfuerzo.
Por eso, alineando la fuerza y la respiración con el sentido de la energía, obtenemos equilibrio, elongación y, por sobre todo, armonía.
Lo importante es dar y debemos estar felices de poder hacerlo.
Dar todo. No guardar nada. Sin temor a carecer. Porque cuando estés vacío te llenarás.
Es un principio universal.

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